La primera vez que se utilizó el término “Gestión Forestal Sostenible” fue en 1992 en la Conferencia de Río de Janeiro.  Desde entonces, este concepto ha sido objeto de atención indiscutible en multitud de foros internacionales. La aportación revolucionaria del nuevo término “Gestión Forestal Sostenible”  es la aplicación del concepto de desarrollo sostenible a la práctica de gestión forestal.

En el año 1999 según datos proporcionados por la FAO, casi la mitad de la cubierta forestal del planeta había desaparecido.  Siendo la deforestación  mucho más pronunciada en las zonas tropicales. Esta situación fue el resultado del cambio histórico que se manifestó alrededor del consumo de productos maderables. El aumento indiscriminado del consumo de madera, impulsó una crisis en el suministro de madera de fuentes renovables como las plantaciones. Ante este panorama,  surge la idea de la certificación forestal. Entendiendo por certificación forestal un sistema que premia a quienes hacen una gestión responsable del bosque, garantizando al ciudadano que los productos certificados se encuentran elaborados a partir de masas forestales sosteniblemente gestionadas.

A nivel internacional existen dos iniciativas para la certificación forestal que son FSC® (1993) y PEFC™ (1999). FSC® se crea ante el fracaso de las campañas de boicot a la madera tropical, planteando una lógica constructiva que pretende premiar a aquellos agentes que estuvieran haciendo una gestión forestal sostenible, en vez de perseguir y castigar a aquellos otros agentes que estuvieran aplicando malas prácticas de gestión forestal. En cambio PEFC™ aparece como  iniciativa voluntaria del sector privado forestal europeo, para la protección de los bosques europeos.

Los beneficios de implantar y certificar un sistema de gestión forestal no se limitan al ámbito interno de una organización que, a través de dicha certificación consigue mejorar y aumentar el grado de profesionalización e innovación de sus procesos. Sino que además,  el hecho de contar con un sistema de gestión certificado, conlleva ventajas significativas ante grupos de interés clave -clientes, gremios y otras partes interesadas-  tales como:

  • Acceso a nuevos mercados “verdes” y obtención de mayor puntuación en concursos y licitaciones públicas que premian la producción medioambientalmente respetuosa.
  • Utilización del certificado como objetivo y complemento perfecto de cara al mantenimiento y auditoria de Sistemas de Gestión Ambiental ISO 14001 y Sistemas de Gestión de la Calidad ISO 9001.
  • Diferenciación y mejora de la imagen interna y externa de la empresa certificada, que vincula sus productos a un logotipo de responsabilidad ambiental internacionalmente reconocido.
  • Contribución a la mejora de la imagen del sector transformador de la madera que asegura no emplear materia prima procedente de cortas ilegales e incluye requisitos sociales para proteger los derechos fundamentales de los trabajadores a lo largo de la cadena de suministro.
  • Impulso y promoción del uso de productos forestales frente a otros materiales rivales en el mercado.

Por todo lo anterior, la certificación forestal es considerada como la solución a las negativas consecuencias asociadas a la deforestación indiscriminada por una deficiente gestión forestal. Prueba de ello, es que la certificación forestal establece un equilibrio entre la renovación natural del bosque y el consumo de materia prima; documenta la transparencia de todo el proceso desde el bosque hasta el consumidor; y contribuye  a la generación de puestos de trabajo dignos al sector forestal.

 

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